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La mayoría de las compañías centran sus esfuerzos en desarrollar nuevos productos o nuevos sistemas de producción, los cuales son rápidamente copiados por los competidores. Para poder estar por delante de los rivales debes convertirte en innovador en gestión sistemático, buscando constantemente otras formas en las que trabajar en la compañía. Una innovación den gestión puede otorgar una fuerte ventaja a la empresa innovadora y producir un cambio importante en el liderazgo del sector. Sin embargo, pocas empresas han sido capaces de encontrar procesos formales para fomentar la innovación de gestión.
¿Pero qué es innovación en gestión? ¿Por qué es tan importante? ¿Y cómo pueden otras empresas aprender a convertirse en innovadoras de gestión? En este artículo el experto Gary Hamel responde estas preguntas y muestra mediante datos la influencia positiva que la innovación continua en gestión tiene en la compañías.
Durante los últimos 100 años, la innovación de gestión, más que cualquier otro tipo de innovación, ha permitido a las empresas atravesar nuevos umbrales de desempeño. Pero, extrañamente, pocas empresas tienen un proceso bien afinado para la innovación continua de la gestión. La mayoría tiene una metodología formal para la innovación de productos y muchas tienen grupos de I+D que exploran las fronteras de la ciencia. Cuán extraño es, entonces, que tan pocas empresas apliquen un grado de diligencia similar al tipo de innovación que más importa: la innovación de gestión.
Para Gary Hamel hay tres condiciones básicas para poder considerar una innovación en gestión:
La innovación se basa en un principio novedoso que desafía las ortodoxias de gestión.
Es sistémica, abarcando una gama de procesos y métodos y que necesita de:
un gran problema que requiera de un pensamiento fresco,
principios o paradigmas creativos que puedan revelar nuevos enfoques,
una evaluación de las convenciones que limitan el pensamiento novedoso,
ejemplos y analogías que ayuden a redefinir lo que se puede hacer.
Es parte de un programa continuo de invención, donde el progreso se incrementa con el tiempo.
No obstante la innovación bajo cualquiera de sus formas sigue una ley de potencia: por cada idea verdaderamente radical que entrega un alto grado de ventaja competitiva, habrá decenas de otras ideas que resultarán menos valiosas. Pero eso no es excusa para no innovar. La innovación es siempre un asunto de cantidades: cuanto más se practica, más posibilidades se tiene de cosechar una gran recompensa.
Para Gary Hamel hay tres condiciones básicas para poder considerar una innovación en gestión:
La innovación se basa en un principio novedoso que desafía las ortodoxias de gestión.
Es sistémica, abarcando una gama de procesos y métodos y que necesita de:
un gran problema que requiera de un pensamiento fresco,
principios o paradigmas creativos que puedan revelar nuevos enfoques,
una evaluación de las convenciones que limitan el pensamiento novedoso,
ejemplos y analogías que ayuden a redefinir lo que se puede hacer.
Es parte de un programa continuo de invención, donde el progreso se incrementa con el tiempo.
No obstante la innovación bajo cualquiera de sus formas sigue una ley de potencia: por cada idea verdaderamente radical que entrega un alto grado de ventaja competitiva, habrá decenas de otras ideas que resultarán menos valiosas. Pero eso no es excusa para no innovar. La innovación es siempre un asunto de cantidades: cuanto más se practica, más posibilidades se tiene de cosechar una gran recompensa.
